Rosario
Amaury Pérez Lyrics


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En ti pensaba yo y en tus cabellos
que el mundo de la sombra envidiaría
y puse el punto de mi vida en ellos
y quise yo soñar que tú eras mía.

Ando yo por la tierra con los ojos
alzados, odio afán a tanta altura,
que en ir altiva a míseros sonrojos
encendiéndolos la humana criatura.

Vivir, saber morir así me aqueja,
este infausto buscar este bien fiero,




y todo el ser en mi alma se refleja
y buscando sin fe de fe me muero.

Overall Meaning

In the song "Rosario" by Amaury Pérez, the singer is deeply in love with a woman named Rosario, and he finds himself constantly thinking of her and admiring her beauty, particularly her hair. He has placed all of his hopes and dreams on her, imagining a life where she belongs solely to him. However, he feels a sense of despair and hopelessness in the world around him, as he sees people suffering and struggling to survive. He feels a great burden on his soul, constantly searching for something more meaningful in his life, even as he knows that death is inevitable.


The first stanza of the song describes the singer's love for Rosario, as he sees her flowing hair as a symbol of her beauty and grace. He has invested all of his hopes and desires in her, seeing her as the key to his happiness. The second stanza, however, reveals a darker side to the singer's thoughts. He sees the world as a place of suffering and pain, and he himself feels lost and burdened by the weight of his own existence. He is searching for something more meaningful in his life, but he is filled with doubt and uncertainty.


Overall, "Rosario" is a complex and beautiful song that speaks to the many complexities of human emotion. It explores themes of love, longing, despair, and hope, all woven together in Amaury Pérez's poetic lyrics.


Line by Line Meaning

En ti pensaba yo y en tus cabellos
I was thinking of you and your beautiful hair


que el mundo de la sombra envidiaría
that the world of shadows would be envious


y puse el punto de mi vida en ellos
and I placed the focus of my life on them


y quise yo soñar que tú eras mía.
and I wanted to dream that you were mine.


Ando yo por la tierra con los ojos
I walk on earth with my eyes


alzados, odio afán a tanta altura,
uplifted, I hate the obsession with such heights


que en ir altiva a míseros sonrojos
that goes haughty to petty blushes


encendiéndolos la humana criatura.
ignited by human creatures.


Vivir, saber morir así me aqueja,
Living, knowing how to die so haunts me,


este infausto buscar este bien fiero,
this unfortunate search for this fierce good,


y todo el ser en mi alma se refleja
and my entire being reflects in my soul,


y buscando sin fe de fe me muero.
and searching without faith, I die from faith.




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Comments from YouTube:

fridagatho

Hermoso, realmente hermoso....tanto el poema como la interpretación....

Bob Sea

Excelente musicalización e interpretación de Amaury Pérez. El poema grandioso por lo sencillo, característica de José Martí.

Moy Montoya

Bonita interpretación de amaury perez.

Música Infinita

Ando yo por la tierra con los ojos
alzados, oh mi afán a tanta altura,

Moy Montoya

jose marti, aplaudiría esto por lo bueno que esta interpretado.

¡La Revolución cuenta con la mujer cubana!

Martí y la Revolución Cubana La historia de América Latina es rica en líderes sociales que encarnaron, en sus ideas y actitudes, utopías libertarias. Sin embargo son raros los que, si por milagro resucitaran del sepulcro, verían aplicados efectivamente sus sueños y proyectos. Uno de ellos es José Martí, que vería en la Revolución Cubana, que su sacrificio no fue en vano. José Martí murió con las armas en las manos, en 1895, defendiendo la emancipación de Cuba del dominio español. Su lucha echó raíces que florecieron en el proyecto de soberanía y liberación nacionales, con una expresiva resonancia internacionalista, llevado a cabo por el pueblo cubano en las seis últimas décadas, bajo el liderazgo de los hermanos Fidel y Raúl Castro.

Gracias a Martí la Revolución Cubana preservó su cubanidad, su originalidad, sin dejarse encorsetar por conceptos dogmáticos, que en otros países socialistas produjeron tan nefastas consecuencias. Martí tenía el don de ser un hombre de acción sin dejar de ser un intelectual refinado, un pragmático y un espiritualista. Nunca perdió el sentido crítico e incluso autocrítico.

Martí vivió quince años en los Estados Unidos, en Nueva York, entre 1880 y 1895, cuando allí se estaba gestando una transformación que imprimiría al capitalismo su carácter agresivo. Al mismo tiempo le posibilitó el contacto con lo que había de más avanzado en los pensamientos filosóficos, científicos y espirituales. En la sociedad norteamericana Martí constató lo que significa desarrollo económico centrado en la apropiación privada de la riqueza, indiferente a las reales necesidades humanas, y cómo esa concepción egocéntrica limitaba la vida espiritual.

El papel de Cuba en el equilibrio de América Latina y el Caribe tiene sus raíces en el siglo 18, cuando, gracias a la influencia del enciclopedismo, la cultura cubana adquirió identidad y expresión. En ese proceso destacaron hombres de profundo sentido espiritual, como el obispo Espada, Félix Varela, Luz y Caballero, para culminar en Martí y en los que él formó, como Enrique José Varona, mentor de los jóvenes universitarios en los comienzos del siglo 20.

Lo que marcó la generación de Varela, Luz y a continuación la de Martí fue la capacidad de asimilar las nuevas ideas iluministas sin sacar los pies del suelo latinoamericano y caribeño. Hay un principio de educación popular que se aplica muy bien a esas figuras históricas, y que también explica la originalidad de sus pensamientos: la cabeza piensa donde pisan los pies.

En las motivaciones del ideario que los movía estaba el sufrimiento de los pueblos indígenas y de los esclavos, la saña colonialista, la lucha pionera de mi hermano de hábito fray Bartolomé de las Casas, los principios cristianos de la sacralidad radical de cada ser humano, considerado como hijo amado de Dios, independientemente de su clase, etnia o actividad social.

La lucha por la libertad y la justicia fue iniciada, en nuestro continente, por los pueblos indígenas. Millones de ellos fueron encarcelados, ahorcados, quemados vivos, decapitados y descuartizados. Tupac Amaru clamó contra la opresión colonialista. Hatuey, líder indígena de Cuba, fue quemado en una hoguera; consta que cuando le preguntaron si quería aceptar la religión de sus verdugos españoles, para de ese modo asegurarse un lugar en el cielo, preguntó si ellos también irían al cielo al morir, y al responderle que sí, Hatuey dijo que entonces no quería estar con ellos en el paraíso… También las mujeres indígenas, como Bartolina Sisa y Micaela Bastidas, lucharon y murieron en defensa de los derechos de sus pueblos.

Todos estos antecedentes explican la Revolución Cubana y el por qué ella destaca como factor de resistencia en América Latina. Antes de la victoria en Sierra Maestra nuestro continente era zona de ocupación y extorsión, de explotación y sumisión a los países más poderosos de Occidente. La Revolución Cubana puso un ‘basta ya’ al imperialismo, recató el espíritu de soberanía de los pueblos caribeños y latinoamericanos, despertó la conciencia crítica de nuestra gente, fomentó movimientos libertarios, comprobó que la utopía puede transformarse en topía y que la esperanza nunca es en vano.

Cuba venció al colonialismo español eliminando la esclavitud y asegurando su independencia como nación. Con la victoria de la Revolución le impuso límites a la expansión imperialista de los Estados Unidos.

Y se dio luego un movimiento de liberación nacional que abrazó el proyecto socialista. Pero el equilibrio se mantiene. Martí no fue remplazado por Marx; la fe religiosa de los cubanos no fue eliminada por el materialismo histórico y dialéctico; el arte no se dejó desvirtuar por los estrechos límites del realismo socialista. Lo que en el pensamiento europeo sonaba como antagónico, acá, en América Latina y el Caribe, se reveló paradójico. Lo que parecía irreconciliable del otro lado del océano acá representa convergencia, como el marxismo privado de dogmas o el cristianismo desprovisto de arrogancia elitista, pero sensible al clamor de los pobres, lo que desembocó en la Teología de la Liberación.

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